Lo que nos salva

¿Hasta qué punto me puedo identificar en lo que escribí en el pasado?

Usualmente no me reconozco tampoco en mis lecturas anteriores. Libros que me gustaron en un momento dado, los releo ahora con cierta indiferencia.

Hace poco cogí un libro de Luis Landero que había leído en el pasado. Realmente buscaba recuperar las sensaciones que me produjo en aquel momento. No las encontré. La lectura no me daba lo que buscaba. ¿Tanto he cambiado? ¿Soy el mismo lector de hace cinco años? Seguramente no. Decidí dejar el libro y olvidar ese episodio, no perturbar el recuerdo que guardaba sobre esa lectura. Me parecía traicionar su memoria. No eres tú, querido libro, soy yo.

Supongo que lo que marca la diferencia son mis circunstancias personales. Como cuando viste esa película que logró tocar algo en tus entrañas y ahora, tras su revisión, pierde toda su magia.

Y es que lecturas están vivas, evolucionan con el tiempo o, mejor dicho lo hace su impacto en nosotros. Y todo esto no me tranquiliza, al contrario. ¿Cómo puede uno recomendar un libro o una película si ni siquiera sabes si le volvería a gustar ahora a sí mismo?

Solo se debería recomendar un libro cuando alguien pasa por un determinado momento de su vida en que lo necesita. Un momento en que necesita precisamente ese libro. Como si fuese un medicamento. La prescripción idónea en el momento adecuado para curarle. Fuera de ese instante, la prescripción carece de sentido y no hace efecto.

Alta Fidelidad de Nick Hornby cuando te han dejado, alguno de Milan Kundera o Stephan Zweig cuando te parezca que tus problemas son únicos e irresolubles, o uno de David Sedaris cuando te encuentres en paz con la vida. Por ejemplo.

Se trata de ser un médico de la lectura, quizá como hace Xacobe Pato en su librería. Aunque él mismo dice que no siempre acierta. Más bien que falla a menudo.

Hay pocas sensaciones más amargas que recomendar un libro o una película a alguien a quien aprecias, incluso admiras, y que no le guste. Recibir la decepción sobre la recomendación. A veces incluso desprecio.

Supongo que ahí entran en juego las expectativas. Como en la vida. Dijo Barry Schwartz que la mejor forma de ser feliz es mantener las expectativas bajas. La frase tiene miga y daría para una entrada completa.

Por eso, antes de recomendar un libro a alguien que me lo pide, echo un vistazo a las primeras páginas. ¿Se mantiene el efecto que provocó en mí la primera vez que lo leí? ¿O era fruto de mi momento personal de aquel momento, que me hizo más permeable para recibir esas enseñanzas? Si el libro supera esa prueba, es que vamos por el buen camino.

Dice Iñaki Uriarte en sus diarios que cuando alguien coge un libro le gusta pensar que está escrito para él. O mejor, que una extraña fuerza del destino le ha hecho elegir ese preciso libro en ese preciso momento, de todos los que había en la librería. Porque, leyéndolo, se ha visto reflejado en los personajes o se ha identificado con las situaciones que describe. O porque es justo lo que necesitaba en ese momento de su vida.

Y esa sensación es maravillosa.

Y cuando ocurre, quieres recomendar ese libro a todos tus amigos. Pero sabes que no funciona así, que quizá a ti ese libro te ha pillado con la guardia baja. Que el poso que ha dejado la lectura deberá rendir cuentas ante en el único juez implacable: el tiempo.

Por eso a veces es mejor guardarse esos secretos. Para no decepcionar y para mantener viva la magia del recuerdo propio. El recuerdo del libro que te salvó cuando más lo necesitabas.

10 comentarios

  1. Mantener las expectativas bajas y aceptar. Y a continuación suceden cosas muy buenas con las que no contabas, porque has dejado el espacio disponible para que lleguen

  2. Pues, lo mismo digo yo, el efecto emocional de cualquier obra de arte y de literatura sobre todo depende en la mayor medida del momento preciso y no siempre de la maestria y de la grandeza de la obra.
    Es lo que pasa ahora mismo leendo tu artículo : mis reflexiones coinciden totalmente con lo que has escrito y esa agradable sensacián crea una invisible relación con el autor (porqué el escribe lo que pienso yo, como si fuera yo) . Pero seguro que hay un montón de gente a la que no transmite nada tu texto , porqué no es es su momento preciso, estan en otra onda.
    “Porque, leyéndolo, se ha visto reflejado en los personajes o se ha identificado con las situaciones que describe. O porque es justo lo que necesitaba en ese momento de su vida.

    Y esa sensación es maravillosa.” Y esa sensación es de verdad muy maravillosa. Muchas gracias. Te he perdido. No desaparezcas.

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