Noches Grises

Hay noches en las que parece que todo se nubla en tu interior.

Noches en las que los problemas toman una nueva dimensión, en las que resulta difícil encontrar algo de optimismo mientras das vueltas sobre las sábanas.

Noches de insomnio abrazado a tus fantasmas. No a los que se escondían en el armario cuando eras niño. Los de ahora son menos terroríficos pero dan más miedo, porque son más reales.

Noches de almohada mojada por alguna lágrima rebelde. De dudas, de remover tus problemas, de soledad infinita.

Porque todo el mundo parece saber lo que quiere menos tú. Porque no sabes hacia dónde vas. Porque te preguntas si no eras más feliz hace unos años, y ya no sabes en qué punto del camino te perdiste.

Porque le echas de menos y ya no está aquí para arroparte.

Y si encima es domingo, peor todavía. Porque los domingos cuando cae el sol se convierten en días que sólo tienen sentido en pareja.

La perspectiva del lunes viene a empeorar tu desvelo. Y piensas en lo que decía Steve Jobs en aquel discurso de graduación que has visto tantas veces.

Y te dices a ti mismo que sí. Que quizá deberías preguntarte en serio si es esto lo que querías de la vida. Para girar si hace falta, para buscar un cambio de rumbo y escribir tu propia historia. La que soñaste cuando eras un niño.

Ese rato en la cama antes de que te venza el sueño se convierte en un momento de reflexión y tristeza. Ese ratito sagrado. Ése que sabe tan bien cuando estás en buena compañía. Ése de cosquillas en el brazo, de inspeccionar lunares ajenos, de sueños compartidos en duermevela.

Ese ratito de ojos entornados tan propicio para la inspiración, ése durante el cual se han escrito las mejores obras maestras de la historia en la mente del artista.

Pero hoy no es una noche blanca de Dostoyevski. Hoy es una de esas noches grises y ahí están tus problemas imaginarios para recordarte que no eres completamente feliz.

Y digo problemas imaginarios porque es lo que son.

Problemas ante los que reiría el soldado en su trinchera. El lisiado por aquel accidente. El enfermo incurable. El desvalido, el abandonado, el que no tiene siquiera la oportunidad de elegir. Aquellos que tienen problemas reales.

Y por eso tus problemas nocturnos se disipan a la mañana siguiente. Sale el sol en la calle y también en tu interior, y mientras te lavas los dientes piensas en el efecto terapéutico que tiene la luz del día para los problemas del alma, aquellos que se alimentan de oscuridad y soledad.

Las Reglas del Juego (2002), Donovan – Colours

Yellow is the colour of my true love’s hair

In the morning when we rise, in the morning when we rise

That’s the time, that’s the time

I love the best

La vida vuelve a brillar por la mañana y ya apenas te acuerdas de la sensación de angustia nocturna. Lo que hace unas horas veías negro ahora lo veas de otro color. O con otros ojos.

Porque sabes que en realidad no estás tan mal.

Que te queda mucho recorrido por delante. Con paso firme y  eligiendo. Pero eligiendo bien. Sabiendo lo que quieres y lo que no quieres. Es la ventaja de haber visto mundo y de haber preferido esperar.

Porque sabes que los lunes pueden ser un buen comienzo. Para lo que sea.

Y porque sabes que tienes suerte de estar aquí y la oportunidad de elegir.

Así que quizá esas noches grises sean necesarias para removerte por dentro.

Para provocar un cambio en ti, para aclarar ideas.

Para eliminar cortinas de humo que te impiden ver lo que realmente quieres.

Y para que cuando lleguen nuestras noches blancas, sepamos que mereció la pena la espera.

@soldadito_m

40

SHARES

Compartir

Tweet

Compartir