El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma?
La Insoportable Levedad del Ser – Milan Kundera (1984)
Nuestra vida es como un árbol de decisión en el que cada elección que hacemos nos dirige hacia una u otra rama, cambiando todo nuestro futuro.
Y el apetito fáustico es el hambre de vivir todas esas vidas. Querer experimentar todas las opciones para luego elegir la mejor de ellas.
Vivir una vida en Roma, otra en Madrid y otra sin deshacer la maleta, viajando por el mundo.
Regalar una vida a aquella chica que probablemente iba a ser para toda la vida. Dedicarle otra vida a aquel amor pasional, aunque no representase la vida estable que te habían enseñado tus padres. Y dejar otra vida para ti mismo, sin atarte a nada ni a nadie.
Pasar una vida trabajando “en lo tuyo”, otra yendo a México a hacer fortuna y una tercera abriendo un chiringuito en una playa de Asia, porque te has dado cuenta de que son más felices las personas de allí que las de Wall Street. Aunque no tengan nada. Y ya no sabes cuál es el secreto para ser feliz.
Te gustaría probar todas esas vidas. Experimentarlas o verlas en una bola de cristal. Para tener todas las respuestas.
Y ya entonces, elegir.
A posteriori.
Apostar a caballo ganador.
Quedarte con la mejor de todas esas vidas, la que más feliz te haya hecho. Saber que lo que dejas a un lado era peor opción. Porque sólo tienes una oportunidad y te gustaría acertar.
Pero la vida no funciona así. Hay que jugarla a la primera. Sin ensayos, sin entrenamiento y sin información.
Y en estas condiciones, ¿Cómo apostar todo a una carta? ¿Cómo quedarte con una sola opción de todas las posibilidades? ¿Cómo saber que lo que dejas no era mejor? No crees en el “amor fati”, según el cual tu vida es siempre la mejor de las opciones.
Es tu única vida, ¿y si te equivocas?
La angustia existencial llamando a la puerta de una generación perdida entre tantas posibilidades. El desencanto permanente.
El desencanto porque la acción de elegir conlleva la renuncia de las demás opciones. Y esa renuncia en el futuro dará lugar al “podía haber sido mejor”, a la dañina frase “y si…”.
Y si llego a irme a viajar por el mundo.
Y si llego a quedarme con aquella chica.
Y si llego a aceptar aquel trabajo.
¿Sería más feliz ahora?
Y por eso cuesta tanto elegir.
Porque mientras no elijamos, todas las puertas quedan abiertas.
Después de muchos años y tu camino trazado, te preguntas si acaso no podrías haber sido más feliz si te llegas a haber quedado en tu ciudad de origen. Si llegas a permanecer junto a aquella chica. Si realmente la felicidad se haya en conocer más o en conocer menos.
Porque en la vida real elegiste Madrid. Y nunca sabrás cómo habría sido en otros sitios. Y dejaste a aquella chica. Y ahora ves sus fotos en Facebook con su marido y sabes que podías haber sido tú. Que podrías estar en esa foto sujetando a un bebé. Y no sabes si habría sido mejor o peor. Quizá te equivocaste, quizá habrías sido más feliz con ella. Como Nicolás Cage en Family Man.
Y asusta pensar que todo podría haber sido de mil maneras diferentes. Que tu vida es una posibilidad en la inmensidad de opciones. Opciones que nacen y mueren en cuestión de segundos. Y que no puedes volver al punto de partida.
Pequeñas perturbaciones en un punto cualquiera del árbol de decisión van abriendo una brecha cada vez más profunda entre dos rutas vitales practicables
Lo que Sócrates diría a Woody Allen – Juan Antonio Rivera (2003)
Porque la vida depende de nuestras decisiones y cada día tiene un montón de cruces de caminos. O vas hacia un lado o vas hacia el otro. Y nunca sabrás lo que te perdiste en el otro lado.
Y entre todos estos cruces de caminos, las casualidades de las que ya hablamos. Marcando la diferencia. Abriendo y cerrando nuevas posibilidades.
Porque pudiste entrar en aquel vagón de metro o pudiste perderlo por segundos. Conocer a aquella chica que se encontraba dentro o no saber nunca de su existencia. Y tu vida dependió de ello.
Muchos me dijisteis que creéis en el destino. Que todo ocurre por una razón. Yo soy más de casualidades, de azar, aunque esté subordinado a un destino final que sólo nosotros podemos intuir.
Porque cada pequeña decisión que tomas supone una dirección potencial en la trayectoria de tu vida. Y puede cambiarla por completo.
Y todas esas vidas no vividas, todas esas oportunidades no materializadas, tejen un universo infinito en el cual las casualidades y tus decisiones marcarán tu único camino.
Pero, aunque a veces te pierdas en la inmensidad de tu árbol de decisión, aunque tengas momentos de duda sobre si elegiste la alternativa correcta, aunque pienses que pudo ser de otra manera, puedes sentirte afortunado.
Porque estás aquí y ahora.
Recuerda que la mayoría se quedaron en el camino. Porque la primera rama de tu árbol de decisión comenzó mucho antes de que tú nacieras. Y hasta ahora no te ha ido mal del todo. Porque sigues aquí. Con tus problemas y tus dudas, como todos, pero estás.
Y el partido sigue en juego.
Y eso te permite actuar. Coger las riendas de tu vida e ir hacia donde tú quieres.
Porque tienes que saber que hay algo común en todas esas vidas, en todas esas posibilidades de tu árbol vital.
Que el protagonista eres tú.
Así que lo importante es ser quien quieres ser. Aunque a veces será difícil.
Aunque a veces nos dé miedo.
Y si lo consigues, llegará un momento en que todo encaje.
Un día en que no te preocupen las oportunidades que dejaste pasar, ni las vidas no vividas. Un día en que no eches de menos aquello que no escogiste.
Porque habrás encontrado la serenidad en tus elecciones.
Y sabrás que podría ser de otra manera. Que había otras posibilidades que nunca ocurrirán, porque dependían de una oportunidad que dejaste escapar o de una casualidad que se te escurrió por segundos. Porque no llegaste a entrar en aquel vagón del metro.
Pero lo importante no habría cambiado.
Porque seguirías siendo tú mismo.
Alguien que sabía lo que quería y que fue a por ello.
Y que algún día podrá mirar atrás con orgullo. Con orgullo por haber vivido.
«Me fui a los bosques porque quería vivir sin prisa. Quería vivir intensamente y sorberle todo su jugo a la vida. Abandonar todo lo que no era vida, para no descubrir, en el momento de mi muerte, que no había vivido.»
H.D. Thoreau – El Club de los Poetas Muertos (1989)
Y vosotros, ¿sois más de apetito fáustico o de amor fati? ¿de azar o de destino?
Pues sinceramente creo en las casualidades, en esas bonitas casualidades que ponen a alguien en tu camino por estar en el lugar y en el momento justo, y que de no ser así, nunca os hubieseis conocido. Pero hay otra parte de mí, que realmente no sé si entra en conflicto con la casualidad o van cogidas de la mano, que cree que las casualidades suceden por algo, que a fin de cuentas estaba en tu destino que ese día y a esa hora conocieses a esa persona. Y tu puedes pensar ¿pero si no hubiese estado ahí, no la habría conocido? Si y no, porque estabas ahí y eso es lo que cuenta, no tenías que estar en otro lugar, sí porque fue tu decisión estar ahí, pero también porque igualmente ibas a estar ahí. Así que, que más da… hay que disfrutar lo que venga, verdad? 😉
Lo raro sería no tener dudas. Entre tu trabajo de » ingeniero», tu chiringuito en Asia y tu Fortuna en México, todavía teniendo tiempo para pareja y amantes… o eres una especie de superhéroe o hay algo que estás haciendo mal. Se trata de madurar diría yo. Puedes hacer muchas cosas a la vez, pero no creo que puedas hacerlas todas bien. Igual ese es el problema.Hay que centrarse más y escribir menos…ya lo dice el refrán, el que mucho abarca….
Más claro todavía: espabila.
Quiero decir que no se puede hacer todo, si queremos hacer algo bien hay que decidir, pero si lo que te gusta y se te da bien es escribir, adelante. Y perdona por ser tan borde en el primer comentario.
Excelente entrada. Creo que hay un tema que falta, que es la perspectiva con que miramos hacia atrás: hacemos un sofisma inconsciente, que es analizar las decisiones pasadas a la luz de lo que sabemos hoy, y muchas veces nos torturamos por ello. La cuestión la analizo aquí: https://josejazz.wordpress.com/2012/01/20/el-apetito-faustico-y-el-amor-fati-ii/.
Un abrazo y enhorabuena por tu blog!
Me siento tan identificada con todas tus publicaciones..
¡Son Geniales! Muchas gracias por seguir escribiendo y hacerlo tan bien.
Un saludo soldadito
Y, por curiosidad, ¿cómo llamar a esas «casualidades» que continuamente te empujan en la misma dirección? ¿Cómo llamas a esas situaciones que aparecen en tu vida, y que disimuladamente y de forma imperceptible se cuelan en tu subconsciente y te hacen escoger una de esas opciones? Es bonito creer que somos libres, y realmente creo que lo somos la mayor parte del tiempo. Pero a veces, al menos eso me ha hecho pensar mi experiencia, aunque nos encabezonemos en un camino, acabas en otro totalmente distinto. ¿Casualidad? En el fondo, a mi me gusta pensar que hay algo más.