Quizá sea el mismo motivo por el que escribo.
Para saber que no estoy solo, que tú estás ahí.
Porque te necesito.
Necesito que estés y necesito que te quedes.
Y sé que es difícil que no te vayas. Sé que cada punto, cada coma y cada párrafo demasiado largo, son oportunidades para perderte. Para que te vayas a hacer otra cosa.
Porque la competencia es grande. Yo estoy solo y ellos son más. Wathsapp, Gran Hermano Vip, una llamada, correo electrónico, Instagram, las rebajas, unas cañas, youtubers, tinder, un doodle para la cena de empresa, David Guetta, facebook, hoy toca foodie, mañana runner, la sexta, el nuevo iphone, mail del viernes, angry birds, las fotos del verano, anuncios interminables.
Está claro que no es tiempo para escritores.
Está claro que vivimos sumergidos en un mar de distracciones que permiten apagar la mente, y es difícil luchar contra eso.
Está claro que el zapping vital ha ganado la partida. Zapping para elegir novia en el móvil, zapping para buscar un restaurante y zapping para leer cuatro líneas de aquel blog que no estaba mal. Más no, que no me da tiempo.
Por eso cada entrada es para mí un ejercicio de destilación, un continuo repaso para eliminar lo superfluo. Para dejar solo lo importante y no darte la oportunidad de marcharte.
Ya lo dijo Stefan Zweig en su monumental libro.
En cuanto termino de poner en limpio el primer borrador de un libro, empieza para mí el trabajo propiamente dicho, que consiste en condensar y componer, un trabajo del que nunca quedo suficientemente satisfecho de una versión a otra
El Mundo de Ayer, Stefan Zweig – 1942
Veo en el metro a jóvenes leer los libros de moda. Y están muy bien. Pero a veces hay que darle la oportunidad a uno de los antiguos. A una obra inmortal. Que haya demostrado que el paso del tiempo no ha podido con ella. Porque lo nuevo aún está por verse si sobrevivirá al más justo de los jueces: el tiempo. El que pone cada cosa en su sitio.
Pero volvamos a lo nuestro.
Escribo para que te quedes y sé que el comienzo importa, y mucho. Porque sé que sólo tengo una oportunidad contigo, escasas palabras para engancharte. Un inicio arrebatador o te irás y posiblemente no vuelvas nunca.
¿Tú eres consciente de la importancia de un primer párrafo? No mucha gente lo sabe, pero es lo que realmente invita al lector a quedarse sentado, leyendo.
Yo creo que ni siquiera un párrafo. Que a veces sólo tengo una frase para atraer tu atención. Para que me regales 10 minutos de tu tiempo.
Pero yo lo intento y lo voy a seguir intentando. Que te quedes conmigo.
Porque te necesito para creer que lo que escribo cuenta.
Porque necesito que completes mi trabajo.
Porque, ¿qué convierte a alguien en escritor? Escribir sólo es la mitad de la ecuación. La otra mitad es que te lean. Tú me conviertes en escritor, aunque sea escritor en minúsculas.
Porque un post es el resultado de muchas idas y venidas. Una idea que se convierte en párrafo. Un párrafo que se convierte en texto. Un texto que se va recortado y ampliado con otros párrafos que salieron de otras ideas. Y luego una peli que encaja perfecta. Y un libro, una cita. Y ya casi tenemos el post. Y digo casi, porque el post sólo es post cuando tú lo lees y lo completas con tus pensamientos.
Igual que un libro sólo cobra vida cuando es leído. Hasta entonces es un objeto en una biblioteca, letras impresas en papel. Un libro necesita de otra mente humana para realizarse. Para ser.
Hace poco leía un artículo que se planteaba cuántos lectores hacen falta para que uno se sienta escritor. Yo eso lo tengo claro.
A mí basta con uno. A mí me basta contigo.
Sí, ya lo sé. Ese uno es muchas personas. Hay más gente que está ahí y todos pueden hacer suya esa frase. Pero no me has entendido.
La cuestión no está en lo que escribo, sino en cómo tú lo lees. Eso es lo que te hace único. Y eso hace que me baste contigo.
Porque tú das sentido a mis palabras. Tú les das vida. Me otorgas el privilegio de desarrollar mis personajes en tu mente. Hacerlos vivir como en la novela Niebla de Unamuno. El privilegio de dedicarme parte de tu bien más preciado: tu creatividad.
Infinitas posibilidades. Todos esos mundos imposibles que pasan por tu cabeza cuando me lees, multiplican por infinito el valor de lo que hago. Yo sólo pongo la mecha, tú enciendes la hoguera con tus sueños, porque la verdadera creación es tu lectura, no mi escritura. Porque la imaginación es mil veces más poderosa que la pluma.
Y yo hago propios esos mundos imaginarios aunque no los vaya a conocer nunca. Porque son tan tuyos como míos. Y sólo con saberlo me es suficiente.
Tú has puesto cara a La Chica que se Reía de la Vida, tú has revivido aquella ruptura cuando has leído Adiós y Buena Suerte, y también has sido tú quien se ha acordado de aquella coincidencia que marcó tu existencia, mientras leías Por Casualidad.
Y en eso no hay copias. Tú situación cuando me lees no es repetible. En casa, en el trabajo, en el ordenador, en el móvil, tras una ruptura o en el día más feliz de tu vida. Lo que sea. Pero eres irrepetible cuando me lees. Y lo que me devuelves también lo es.
Pero para eso te necesito al 100 por 100.
No te quiero a medias.
Porque para que se cree esa simbiosis es necesaria tu inspiración lectora.
Hay que estar inspirado para escribir, pero también para leer.
Hay veces que leo mis propios textos y estoy a otra cosa. Las letras pasan por la pantalla y, lo que ayer despertaba algo en mí, hoy me deja vacío. Ni siquiera asimilo lo que estoy leyendo y tengo que volver atrás y releer.
Es el peligro de los blogs. En un libro estás sumergido en la lectura, las páginas sucesivas crean el ambiente propicio. Pero un blog es una cita express, una isla de lectura en tu día a día repleto de distracciones.
Unos minutos para atraparte, o la nada y el olvido.
Así que sólo espero que en algún momento confluyan mi inspiración para escribir algo que te llegue, y tu inspiración lectora para encontrar abierta la puerta de tus sentimientos.
Si eso ocurre, seremos uno por unos momentos
Si eso ocurre, crearemos nuestro vínculo secreto
Si eso ocurre, habrá merecido la pena.
Y lo más importante,
Si eso ocurre, volverás.
También me quedo contigo!!!
He entendido a lo que te referías con mi cabecera, tenias razón era exactamente lo que querías expresar en esta entrada que por cierto es una gran entrada.
Escribimos para que nos lean y nos leen por que escribimos, que entiendan lo que expresamos o le den un sentido totalmente distinto es lo bonito que tiene jugar con las letras, driblar con las palabras, cada cual dentro de sus pensamientos, dentro del sentir del momento cree sacar un conclusión totalmente distinta a la persona que tiene al lado leyendo ambos el mismo texto en iguales condiciones. Saludos.
Volví y volveré siempre… gracias por escribir para poder leer…
Cada vez me gusta más como escribes. Me quedo contigo!!!!
Escritor en minúsculas, me quedo contigo para continuar tú trabajo.
Hermosa existencia, perderme en tus letras encantadoras que tanto me gustan.
Te descubrí hace unos días y «e voilà » aquí me tienes . Me atrapo la magia de tus letras , y me sumerjo en ellas .
De aquí no puedo salir ya. Una telaraña de hilos invisibles son tus escritos.
Por supuesto que volveré. Por «casualidad» he encontrado tu blog y he leído todas las publicaciones. Realmente atrapas al lector con tu manera de escribir y e incluso lo haces sentir especial. Creo que tienes magia escribiendo. Gracias a ti mi tarde de domingo ha sido especial. Sin duda, has ganado una nueva lectora 🙂
Creo que has descrito el sentir de muchos que intentamos poner en palabras una infinidad de ideas que se atropellan.
Finalmente todos intentamos trascender, ser más importantes que el Big Brother y el whatsapp y sobre todo, conectar con alguien.
Te mando un fuerte abrazo desde el mar.
A mí me tienes.